Medité mucho cómo hacer el libro. Pensé en dos colores, negro, como esas fotos antiguas, y un amarillo vibrante del sol en las dehesas, donde se ubica la historia. Vida y muerte. Reflejar los paisajes de la narración y también, con pinceladas, las sensaciones que describe Mónica Rodríguez tan bien. Porque Piara no solo se lee, también se toca y se huele: a cerdo, a campo y a barro en los pies.
jueves, abril 20, 2017
Piara. Editorial Narval. Texto de Mónica Rodríguez.
Cuando me encargaron Piara me pareció un texto magnífico. Habla del campo, de la vida y la muerte, de los primeros mejores amigos... y de cerdos. Habla de un tiempo pasado que yo no he vivido, pero me recordaba a las historias que me susurraba mi abuela de niña, de su aldea en Orense. También me hizo pensar en mi infancia, corriendo descalza por los campos detrás de mi prima, cuando la niñez se vivía de modo más libre y menos programada que hoy en día.
Medité mucho cómo hacer el libro. Pensé en dos colores, negro, como esas fotos antiguas, y un amarillo vibrante del sol en las dehesas, donde se ubica la historia. Vida y muerte. Reflejar los paisajes de la narración y también, con pinceladas, las sensaciones que describe Mónica Rodríguez tan bien. Porque Piara no solo se lee, también se toca y se huele: a cerdo, a campo y a barro en los pies.
Medité mucho cómo hacer el libro. Pensé en dos colores, negro, como esas fotos antiguas, y un amarillo vibrante del sol en las dehesas, donde se ubica la historia. Vida y muerte. Reflejar los paisajes de la narración y también, con pinceladas, las sensaciones que describe Mónica Rodríguez tan bien. Porque Piara no solo se lee, también se toca y se huele: a cerdo, a campo y a barro en los pies.
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