lunes, marzo 15, 2010
Exposición "Cuentos Contados" Hotel Kafka
Hotel Kafka
www.hotelkafka.com
Madrid, Hortaleza 104
Inauguración el 11 de Marzo a las 20:00 horas
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"Cuentos contados"
Exposición de Patricia Metola
«Un cuadro es una ventana que mira hacia algo externo;
la cuestión es ¿hacia qué?»
André Breton
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Cosquillas en la mirada
Una taza de té, delicada porcelana. Un objeto que arrulla el tacto pero también la vista. Posado en la mesa, te atrae y necesitas, aunque sea, rozarlo. Algo, desde las tripas, lo impide. Quizá la conciencia, que pretende evitarse quebraderos de cabeza. Nadie mejor que ella conoce tus torpezas maldisimuladas. Los dedos incapaces de entrar por el asa, el tropezón en el último escalón o la cualidad de convertir lo hermoso en vulgar. Así pues, declinas el té para no quebrar la vajilla. Te quedas a las puertas del templo, separando lo sagrado de lo profano.
Un vértigo similar producen las ilustraciones de Patricia Metola, de nombre condenado a lucir en las noches de alfombra roja. Cada lámina nueva que pare es una caricia para el espectador. Provoca sensaciones en una era aséptica que adormece los estímulos para evitar reflejarse en el espejo, detrás del cual, querida Alicia, sólo hay cristales rotos.
Sus trazos, sus atmósferas livianas acarician. Eso no quiere decir que siempre deban resultarnos dulces, entrañables, amorosas… También hay caricias que arañan, que abren en canal la epidermis. El aire que deja en sus escenas, invita a respirar. Anhelas flotar en alguno de sus espacios.
Sensaciones, en definitiva, sobres las cuales Patricia imagina en esta exposición. Las que producen los cuentos. Con o sin moraleja, se aferran al hipotálamo como inquilinos de renta antigua mientras nuestros padres nos leen antes de sumergirnos en las privadas historias del sueño. Mitos, leyendas y personajes del inconsciente colectivo que nos asaltan en cualquier momento adulto… el ogro del jefe, la bruja que nos seduce, el príncipe de las discotecas, el hada que nos rescata de la cola del Inem…
Las historias se difuminan, las sensaciones se marcan. Y nos marcan. Nos hablan del equipaje vital de las fábulas. Esas huellas no se facturan. Traspasan el escáner de la aduana impresas en nuestro ser. Al abrir un nuevo libro o aguardando impacientes en la charcutería, una percepción nos devuelve un desasosiego, un enamoramiento, un sentir sin sentido aparente. Siempre estuvo ahí, aquellas emociones descubiertas de niño son las sensaciones de adulto.
Patricia nos habla de los cuentos que nos acompañan. Más bien somos ya con ellos. Lo mismo que sucede con sus ilustraciones. En ellas nos reencontramos.
La aparente fragilidad de su línea esconde, además, a la protagonista de su propio cuento. Brokers, yupis, jasp y demás artefactos amamantaron a su generación en el espejismo del éxito entendido como un dúplex con piscina. Sin embargo, cambió los tirantes de Wall Street por los pinceles. Demuestra así que el verdadero triunfo consiste en agarrar la vocación por la solapa.
Esta marina valiente se enrola en la nave de la ilustración en tiempos de galerna general. En medio de la tormenta perfecta, pocos refugios quedan. El arte, desde luego, resguarda poco por mucho que caliente el alma. Cuando el contrato indefinido es la anhelada panacea de nuestras perennes hipotecas, ella ha apostado por hacerse caso a sí misma y navegar de isla en isla, de libro en libro.
Al igual que el río de Heráclito, nunca es la misma. En constante exploración, bien pretrechada de sus útiles de dibujo. Renunciaremos al chascarrillo fácil. Huiremos de aquello de vivir del cuento. Simplemente, Patricia vive. Y nos revive al posar la mirada sobre su universo, que nos provoca cosquillas en la retina.
Ángel Domingo
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