Llevo meses trabajando en un libro para Walker Books, con sus idas y venidas, sus paradas en el tiempo, sus momentos de entusiasmo y muchos otros de agobio, poniéndome infinita presión encima que no me dejaba trabajar. En una semana tiene que estar todo acabado. Y reúno el material para cerrar los finales. Millones de bocetos de los personajes. Storys repetidos mil veces. Diminutas maquetas. Sorys a línea, a color. Escenas en grande, en pequeño. Colores. Pruebas y más pruebas.
Y ya solo queda aunar todo y terminar. Ahora que es cuando mejor me lo estoy pasando.
Ayer recopilé estas plantas. Desde el inicio, en los primeros bocetos que envié cuando ni siquiera era seguro que fuese a hacer el libro, aparecieron siempre diminutas plantas que tenía en casa, algunas de las que guardé con Piara. Encajaron como un guante en las ilustraciones. Esta mañana he ordenado las que recogí ayer mientras daba un paseo.
Me maravilla lo delicadas que son. Tan pequeñas y tan bellas.
Me maravilla lo delicadas que son. Tan pequeñas y tan bellas.
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